La esclerosis múltiple es una enfermedad crónica inflamatoria, autoinmune y neurodegenerativa del sistema nervioso central que afecta al cerebro y a la médula espinal. Se caracteriza por la aparición de lesiones sobre las fibras nerviosas y su capa protectora, la vaina de mielina, una sustancia compuesta por proteínas y grasas, que facilita la transmisión de los impulsos nerviosos.

El sistema inmune que normalmente nos protege de las enfermedades, reacciona de forma errónea contra la mielina en múltiples áreas dejando en ocasiones cicatrices (esclerosis). Estas áreas lesionadas se conocen también con el nombre de placas de desmielinización.

Estas lesiones se producen en diferentes momentos y en múltiples localizaciones del cerebro y la médula espinal. Los síntomas y signos de la enfermedad variarán de una persona a otra en función de las áreas afectadas. Aunque diferentes personas compartan el mismo diagnóstico, la enfermedad y su evolución, será diferente en cada afectado.

La causa de la esclerosis múltiple se desconoce, pero se sospecha que un virus o un antígeno desconocido son los responsables que desencadenan, de alguna manera una anomalía inmunológica, que suele aparecer a una edad temprana. Entonces el cuerpo por algún motivo produce anticuerpos contra su propia mielina.

Entre los primeros signos de esclerosis múltiple (EM) se encuentran los siguientes:

  • Problemas en la vista.
  • Cosquilleo y entumecimiento.
  • Dolor y espasmos.
  • Debilidad o fatiga.
  • Problemas de equilibrio o mareo.
  • Problemas de vejiga.
  • Disfunción sexual.
  • Problemas cognitivos.

Diversas investigaciones sugieren que hay ciertos factores que pueden influir en cuál será el curso de la esclerosis múltiple. No constituyen una guía ni permiten determinar el pronóstico, pero pueden servir de orientación. Se han asociado con curso más favorable los siguientes factores:

  • Diagnóstico a edad temprana (en la década de los 20 o los 30 años).
  • Menor número de brotes en los primeros años tras el diagnóstico.
  • Recuperación completa tras los brotes.
  • Intervalos prolongados entre brotes.
  • Síntomas sensoriales (entumecimiento y hormigueo).

La esclerosis múltiple no tiene cura. Por lo general, el tratamiento de la esclerosis múltiple se centra en acelerar la recuperación después de los ataques, en desacelerar el avance de la enfermedad y en tratar los síntomas. Algunas personas tienen síntomas tan leves que el tratamiento no es necesario.

El uso de corticosteroides durante los brotes (recaídas, episodios agudos, exacerbaciones) es el tratamiento de elección para disminuir la duración y gravedad.

Existen además posibilidades terapéuticas de modificación del curso de la enfermedad: inmunosupresores, interferón, acetato de glatiramero (Copaxone), Natalizumab o la plasmaféresis.

También se pauta tratamiento sintomático farmacológico para la espasticidad, el dolor, los movimientos involuntarios o los trastornos psiquiátricos.

Falsedades sobre la esclerosis múltiple

1. La esclerosis múltiple es mortal.
2. La esclerosis mútliple es contagiosa.
3. Los afectados de esclerosis múltiple están condenados a una silla de ruedas.
4. Las personas con esclerosis múltiple no pueden trabajar.
5. Las mujeres con esclerosis múltiple no pueden tener hijos.
6. La esclerosis múltiple no es una enfermedad físicamente dolorosa.
7. La esclerosis múltiple sólo afecta a las personas blancas.
8. La esclerosis múltiple es causada por una mala alimentación o por pensamiento negativo.
9. La esclerosis múltiple se puede curar mediante cambios de alimentación o con una
actitud positiva.